Las mujeres ibéricas y mesoamericanas fueron las encargadas del cuidado del grupo familiar, de los niños, ancianos y enfermos, y por extensión de toda la comunidad. Debieron tener conocimiento de hierbas medicinales y tratamientos terapéuticos; así como del embarazo, parto y lactancia que se transmitirían de una generación a otra mediante la tradición oral y la práctica. Por tanto, debieron ser expertas en el cultivo y recolección de plantas medicinales y tratamientos curativos: plantas que tendrían cualidades analgésicas, sedantes, antiinflamatorios, desinfectantes, etc. El embarazo fue una fuente constante de temor debido a la alta mortalidad no solo de la madre sino también de los hijos, tal y como se constata en el registro arqueológico.
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